Aquella noche, ella descubrió que no había servido de nada luchar contra alguien que no podía perder.
Aquella noche, ella intentó ganar y no lo logró. Intentó con todas sus fuerzas escapar, dejarle atrás, huir. Y no lo logró.
No lo logró porque a veces es inútil discutir, porque a veces hablas y te estampas una y otra vez contra una pared hasta acabar sangrando palabras que no van a llegar a ningún lado.
Porque él no te va a escuchar, porque es inútil hacerle entender, porque se ha cerrado en banda y no es capaz de comprender lo que está haciendo.
Y aunque quieras continuar luchando pr una causa perdida, el amor no tiene por qué ser una trinchera. En el amor no deberías luchar.
Pero es igual, él no va a dejar que luches, porque él ya ha decidido.
Ha decidido lo que quiere y no va a servir nada de lo que intentes. No grites, no corras, no intentes discutir, no intentes hacerle entrar en razón, porque él ya sabe lo que quiere y nada podrá hacer que eso cambie.
Lo que quiere, es a tí.
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