SECCIONES

domingo, 27 de diciembre de 2015

Troyano -Episodio 1: Un correo inesperado.-

 Allí sentado, Marc, estaba tedioso observando la pantalla de su ordenador; la misma que enviaba información fútil a sus retinas fotosensibles. Observaba el mundo desde ventanas que no daban al exterior sino desde ventanas que te mostraban la simulación de lo que hay fuera, más allá de esa pantalla, pero que no sirven como vía de escape para el cuerpo, aunque sí para la mente. Solo le faltaba que le cayera la baba de... ¡Vaya! Antes lo digo, antes se le cae. De acuerdo, no le faltaba nada para ser una máquina ignorante más, otro producto, un no-ser como cualquier otro, con el e-mail lleno de mensajes sin importancia de un tal Facebook. Visualízalo, está ahí mismo, podrías ser incluso tú mientras lees esto. Sentado, inerte, conduciendo un ratón que, más bien, parece que le conduce a él; a ese círculo del que no se puede salir ni más ni menos.

Observaba con detenimiento todo lo que ocurría en esas malditas ventanas. Fotos, vídeos, comentarios, era capaz de comunicarse con el resto del mundo sin necesidad de hablar. Con un simple "like" podía mostrar su conformidad con algún tema (ya fuera de política, de gustos gastronómicos, culturales o simplemente porque la mujer con algo de sobrepeso que se cae en el ideo le hacía gracia.) Pero a pesar de eso, podía comunicarse mediante el "xat" con toda clase de tipografías, emoticonos para mostrar sentimientos, que por otra parte una pantalla no puede transmitir, sustituyendo lo único que nos hace diferentes de las máquinas, el corazón. Eso es, yo lo sé, y tú ahora también los emoticonos son nuestra sentencia de muerte; con ellos las máquinas ya no nos necesitan. Pero, volviendo al tema principal... como he dicho el correo solía estar plagado de mensajes de Facebook. Pero esta vez no. Esta vez un correo de fuente codificada llega a la bandeja de entrada de Marc. Lo abrió. De asunto tenía la palabra "Proax" Nada más abrirlo se descarga un archivo. Lo intentó cancelar; sus manos inertes parecían cobrar vida y sus retinas, ahora, funcionaban más que nunca. La baba se había convertido en sudor, algo va mal. Quizá eso le obligue a mirar a través de ventanas de verdad y no de ventanas pixeladas. Era imposible pararlo; el archivo se había descargado. La pantalla comienzó a ponerse verde, con letras blancas que corren muy deprisa, en un idioma extraño. Marc intentó frenarlo con comandos del teclado al que golpeaba con fuerza. Pero fue imposible. De pronto la pantalla volvió a su estado original a la ventana en la que, Marc, tenía abierto el Facebook. Pero era extraño arriba del todo, donde solía estar el logotipo de Facebook, ahor había algo más: la palabra del correo; "Proax". Estaba claro, algo había pasado. Seguramente un troyano. Pero el ordenador ahora parecía funcionar mejor que nunca.,. Podía ver la gente que estaba viendo su perfil en ese momento, la gente en línea, la gente estaba publicando algo antes de haberlo publicado. Era muy raro. Marc decidió que al día siguiente llevaría su ordenador a formatear si el escáner de avast que había programado no detectaba ningún virus o malware. Y como de costumbre antes de irse a dormir echó una última mirada al timeline de Facebook. Allí vio, como de costubre, a Alejandro Serrano ChimPum (esto de "ChimPum" es lo típico que te pones cuando tu nombre ya está ocupado) publicando algo apoyando a un partido político de extrema derecha. La verdad es que Marc no era muy afín a esas ideoligias y a pesar de que no le importaba mucho la política estaba cansado de las publicaciones de Alejandro Serrano ChimPum, así que decidió eliminarle. Después de eso se fue a dormir.

A la mañana siguiente se despertó tarde a eso de la una y media, exactamente a la una y veintiocho. Lo primero, como de costumbre fue encender la pantalla del ordenador, que había estado trabajando toda la noche con el avast, sin éxito. Marc se tendría que gastar los cuartos en reparar el ordenador. Pero como era tarde decidió que iría pasadas las cinco de la tarde ya que la tienda de informática cerraba a las dos menos cuarto y en quince minutos no le daba tiempo a prepararse para salir. Por eso miró el Facebook, que seguía con la palabra "Proax" debajo de su logo.
Fue impactante. Todo el timeline estaba lleno de mensajes de cariño a Alejandro Serrano ChimPum y de ánimo a su familia. Al parecer lo habían hallado muerto en su casa.
"No puede ser" pensó Marc. No podía ser una coincidencia. Puede que lo que descargó la noche anterior en su ordenador fuese más que un simple malware.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Amistad

Amistad. Según la RAE (eso que a todos nos da asquito por aceptar tales "palabras" como "murciégalo", "cocreta", o "póney"; pero que se usa como referente lingüístico) la amistad se define como "afecto personal puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato".

Sin embargo, la amistad es mucho más que eso. La amistad se compone por una serie de actitudes, ayudas, preocupaciones que se le ofrecen a otra persona, simplemente porque esa persona te importa. Hasta aquí la definición y parte objetiva, ahora empiezo con las bestialidades y reflexiones  (obviamente, no podñia ser un texto mío si no tuviera eso).

Sobre todo, yo la destaco por lo que pueden llegar a significar esxs amigxs para ti. Hay personas que conoces y que pasan desapercibidas, sin mucho impacto. Hay gente que sí que toma una pequeña parte importante en tu vida (como puede ser pertenecer al mismo musical, o a la misma clase). Y luego hay gente que la conoces (da igual poco o mucho) y que es completamente necesaria en tu vida. Sobre todo me quiero centrar en aquella gente que en poco tiempo la conces y pasan a significar tantísimo en tu vida que no entiendes como puedes tener esa confianza en tan poco tiempo y que sea más importante que mucha gente que conoces desde hace años. 

En un momento dado, una persona pasa a ser una de las más importantes de tu vida. Intentas hacer todo lo posible para que sea feliz, verla siempre que puedes. ¡OJO! No me refiero a una persona que te guste (a esa persona quieres....... bueno, algo más). Hablo de una persona con la que prácticamente estás todo el día hablando, o hablas todos o casi todos los días. Esa persona que pasa por tu mente y enseguida es capaz de sacarte una sonrisa. Esa persona que te nota triste y lo primero que te dice es "¿a quién tengo que pegar?" o "a ver, ¿qué te pica ahora?" aunque lo sepa perfectamente. Esa persona capaz de leerte la mente o saber lo que vas a escribir en el siguiente WhatsApp que le mandes: "que ostia tienes" (hola Marta) o "te voy a bloquear como sigas con esos chistes" (hola Pepo), o un "me estresas eh" (hola Cris).
Me refiero a esa persona que pasa a formar parte de la familia que se elige. Esa gente que no tiras de tu vida ni aunque quieras, ni con agua caliente o aceite hirviendo (por cierto, ir viendo el próximo artículo jajajajajajajajajaja). Todos tenemos gente así en nuestra vida, y todos necesitamos tener ese punto de apoyo (queramos o no) porque siempre nos resulta una salida, un momento de evasión (en la granja (es rebelión, pero es mi artículo y lo destrozo como quiero, ¿vale?)). 

Queramos o no, esas personas cuidan de nosotrxs y vigilan que estemos bien. Y ya puede hacer meses que no sabemos nada de ellas, porque es cruzar dos palabras y que todo vuelva a ser consumismo. Consumismo chiste, consumisma bromas, consumismo motes  consumismo todo (sí, ya paro con las bromas,). Esas personas son parte de nuestra vida y lo serán siempre. Da igual lo que pase, los cabreos o discusiones que podamos tener y luego pasar días o meses sin hablarnos, porque cuando una de las personas habla a la otra, todo deja de importar. 

Pero tenemos un gran enemigo: el orgullo. Ese sentimiento imbécil, absurdo, y que lo único que hace es que nos hagamos daño sin más, solamente por no querer ceder en nada. Un sentimiento tan jodidamente absurdo en discusiones de buenos amigos, que puede hacer que una amistad deje de serlo para siempre por la riña más estúpida que se pueda tener. Orgullo, sí, pero en su justa medida. Todxs nos equivocamos y todxs tenemos que ceder cuando se trata de una amistad. No es una cosa baladí (para los de la LOGSE, "sin importancia") sino que una gran amistad como de las que os estoy hablando, puede ser de las cosas más maravillosas que se pueden tener. Cuidemos de ellas y no dejemos que nuestro orgullo destroce una "familia que se elige".

Claudio Vila Olivares.

martes, 8 de diciembre de 2015

Sous le ciel de París.

          Quien tiene un amigo tiene un tesoro, y yo tengo varios repartidos estratégicamente por ahí. Son pocos, pero cuando intervienen, me lían. Tuvo que venir de Roubaix una pequeña sinvergüenza (como yo llamo a Aurora) a abrirme los ojos, lo tenía delante pero no era capaz de verlo. 

          Tiene una virtud casi majestuosa, la de convertir las cosas que digo en maravillosas ideas, hablando el otro día...:

-Aurora, este verano estuve en Francia
-¿Y no viniste a verme? ¡Ya te vale!
-Estuve en Grenoble, con un amigo.
(Aquí hay un salto en el tiempo, nos pusimos ha hablar de cosas muy nacis...)
-Si vienes otra vez, tráeme algo de España
-Te dedicaré una canción, todo muy épico...
-Mejor una comparsa
-¿Como sabes eso?
-Soy tu mejor amiga
-UNA de mis mejores amigas...

          Parece un diálogo teatral, pero es que hablamos así, suele ocurrir entre dos personas que no votan al PP. Guardé en el disco duro aquella palabra: comparsa...comparsa...comparsa... Lo tenía, al fin podría darle un sentido a mi guitarra y a mi música, que en la banda, o no lo tiene, o no lo encuentro. También darle sentido a mi poesía, esa que uso tan poco pero que tanto me gusta. Y como no, dar rienda suelta al comparsista que llevo dentro, al carnavalero que se escondía en el armario cantando pasodobles en la intimidad y viendo finales hasta las 5 de la madrugada; viajando a Cádiz cada invierno, esperando una respuesta, cuando la respuesta resulta que la tenía en mi barrio, con mi gente, con mis voces y mis mejores amigos. 


            Y a ti, que a estas alturas aún no sabes de lo que hablo...A ti te digo que puede que ahora no entiendas nada, pero espera un poco, enseguida lo sabrás. Primero, hay que moldear esta locura desde el principio, adornarla de momento con unas pocas luces de navidad, mandando un guiño y un beso, al cielo de París.


Sergio Holguín

Sous le ciel de París.